Economía circular, empresas y ciudades. El tridente clave para el cambio necesario.

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Economía circular, empresas y ciudades. El tridente clave para el cambio necesario

Elena Ruiz, Project Manager

Son muchas las motivaciones que han llevado a la conclusión de que el sistema de producción y consumo actual de “extraer, fabricar y desechar” necesita una transformación hacia otro modelo que permita que los recursos, limitados, se empleen de una manera más sostenible y eficiente, dando lugar a una economía más competitiva y baja en carbono. La Cumbre de Marrakech, en 2016, marcó el año de la acción en materia climática, pero también fue el momento para reconocer el papel de la economía circular como una herramienta muy potente en la mitigación del cambio climático.

Pero, ¿a qué nos referimos exactamente cuando hablamos de un modelo circular? En una economía circular el valor de los productos, componentes y materiales se mantienen en el ciclo productivo durante el mayor tiempo posible a niveles de máxima utilidad y la generación de residuos se reduce al mínimo. Así, los recursos se conservan dentro de la economía cuando un producto ha llegado al final de su vida útil, con el fin de volverlos a utilizar repetidamente y seguir creando valor.

Para asegurar esta transición, las empresas se posicionan como un actor clave. De hecho, el sector privado ya ha empezado el viraje hacia un modelo de producción circular, encabezado por aquellas organizaciones que tienen vocación de liderazgo. Este nuevo modelo es transversal a todo el ciclo de vida del producto, desde la extracción de materias primas, el diseño, la producción y distribución y el consumo, hasta la generación y gestión de los residuos. Este gran alcance representa una fuente de nuevas oportunidades de negocio que, según la Unión Europea (2015), podría reducir los insumos materiales necesarios entre un 17 % y un 24 % y conseguir un potencial de ahorro total de 630 000 millones de euros anuales para la industria europea en 2030.

Pero, una vez más, el papel de las alianzas cobra su máximo valor, ya que debe existir un trabajo conjunto entre las Administraciones Públicas y el sector privado en la transición hacia un modelo de negocio «regenerativo» Este enfoque colaborativo también está validado por Naciones Unidas en su agenda 2030 a través de su objetivo 17: «Revitalizar la alianza mundial para el desarrollo sostenible».

En este contexto, la Unión Europea ya ha incorporado los principios de Economía Circular en varios de sus instrumentos. En 2015 se lanzó el Paquete de Economía Circular, que marca objetivos a 2030 y establece medidas muy concretas, complementadas con el informe sobre la implementación de las medidas del Plan de Acción de Economía Circular, publicado a principios de 2017. Además, se han lanzado otras iniciativas de apoyo, como los nuevos fondos «Industry 2020 in the circular economy» del Programa Horizon 2020, acción para reducir el desperdicio alimentario o potenciar la ecoinnovación (EcodesignWorking Plan 2016-2019), entre otros.

En este panorama tan amplio, existen distintas perspectivas desde las que los agentes implicados en la transición circular pueden trabajar. Una de ellas es desde el ámbito urbano, en el que la innovación y la colaboración entre los distintos grupos de interés debe ser una realidad para materializar el cambio.

Un cambio que ya está en marcha. Prueba de ello son las distintas iniciativas internacionales que está teniendo lugar, como las del World Business Council for Sustainable Develpment y su implicación con las ciudades sostenibles a partir de Zero Emission Cities (ZEC), la economía circular y la maximización de infraestructuras que sean eficientes energéticamente. Ya se han llevado a cabo tres pilotos exitosos en Holanda (Amsterdam Zuidoost), Reino Unido (Birmingham Smithfield market) y Estados Unidos (San Diego), que se ampliarán durante este año 2017.

Concretamente, cabe destacar el ejemplo del Amsterdam Economic Board, cuyo objetivo es acelerar la transición hacia una economía circular de la ciudad a partir de la colaboración entre el sector público, el sector privado y centros de investigación en cinco áreas estratégicas de acción. Con ello, se pretende aprovechar la capacidad innovadora del sector empresarial reorientada hacia aquellas líneas estratégicas que puedan tener un impacto en la ciudad. Por ejemplo, algunos de los proyectos que ya están en marcha tienen como objetivo conseguir un uso circular del calor en los edificios. Se estima que la puesta en marcha exitosa de estas estrategias podría traducirse en un valor para la ciudad de 85 millones de dólares anuales al sector de la construcción y 150 millones de euros anuales a partir de una mejor gestión de los residuos orgánicos, para lo que será necesario asegurar que las alianzas público-privadas funcionan de manera eficiente.

Existen otras iniciativas que incentivan la transición hacia un economía circular de las ciudades, donde el sector privado tiene un papel clave, como la iniciativa vida sostenible en ciudades, uno de los ejes temáticos de la iniciativa Enterprise 2020 lanzada a nivel europeo por la Comisión Europea y CSR Europe, y liderada en España por Forética, la red Circular Cities Network, lanzada por la Fundación Ellen MacArthur, o la red C40 y ciudades circulares.

Desde Forética, estamos siendo testigos de la creciente integración de la economía circular en las estrategias empresariales a partir de numerosas acciones, proyectos e iniciativas, con la convicción de que el papel del sector privado es clave para asegurar los objetivos fijados por la Unión Europea para 2030. Por eso, nuestro propósito es seguir trabajando en trasladar conocimiento y nuevas tendencias a las empresas a través de nuestros canales, como el Clúster de Cambio Climático, que cuenta con 50 grandes empresas comprometidas con el desarrollo.

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